19 Nov Cómo afrontar el miedo a decidir
El miedo a decidir es, a día de hoy, uno de los miedos más extendidos y comunes. Vivimos en una sociedad frenética en la que todo pretende ser inmediato. Ello nos obliga a tomar cada vez decisiones más rápidas en cada uno de los ámbitos de nuestra vida. Como consecuencia, sufrimos la tan temida parálisis al decidir. Algunas personas llegan incluso a posponer sus decisiones y, cuando esto ocurre, generamos una enorme fuga de energía.
Convivir con la incertidumbre
El miedo a equivocarnos es el resultado de enfrentarnos a una decisión importante. Supone la expresión de diferentes mecanismos psicológicos como, por ejemplo, la intolerancia a cualquier consecuencia negativa derivada de nuestras decisiones. Este miedo provoca en las personalidades más autocríticas y perfeccionistas un diálogo interno en el que los autorreproches están muy presentes a la hora de tomar una decisión u otra.
Convivir con esta incertidumbre nos lleva a una disminución de nuestra autoconfianza, dificultando así la toma de nuevas decisiones. El resultado es una incapacidad para identificar las decisiones importantes de aquellas que no lo son y la incapacidad para elegir la mejor opción posible. Sufrimos un bloqueo en la toma de decisiones, y esto nos lleva a una procrastinación o postergación crónica.
Emociones comunes que dificultan la toma de decisiones
En primer lugar, pensamos que equivocarse va a suponer un fracaso irreparable con consecuencias catastróficas imposibles de reparar.
Las personas que postergan la toma de decisiones también piensan que no están a la altura de las circunstancias y que no podrán soportar la responsabilidad que una decisión de esa magnitud implica. Por eso, se sienten infravaloradas y son críticas en exceso con ellas mismas.
Por otra parte, el miedo a exponerse ante los demás puede provocar una alta ansiedad anticipatoria. Vemos a los demás como amenazas que nos van a devaluar, haciendo un juicio negativo sobre nuestra persona.
Por último, se produce una sensación de pérdida de control que nos obliga a revisar de manera repetida todos los pasos que nos han llevado a decidirnos por una alternativa en particular. Se genera un importante malestar debido a la necesidad de reafirmación de cada paso que damos.
Todos estos pensamientos derivan en un exceso de perfeccionismo, delegar la responsabilidad de nuestra toma de decisiones a otra persona, procrastinar e incluso caer en el abandono. Se trata de una respuesta de auto defensa para evitar el malestar que supone tomar una decisión. En este caso las decisiones se suelen tomar de manera impulsiva.
En este punto queremos destacar el hecho de que los líderes de las más grandes organizaciones son capaces de convivir con esta incertidumbre crónica y, aun así, logran el éxito en sus procesos decisorios.
Cuando el miedo a decidir te paraliza
El miedo a decidir nos paraliza. Existen una serie de peligros al tomar decisiones que nos llevan a esta parálisis al decidir. Hablamos de la búsqueda de la decisión perfecta, la necesidad de aceptación en cada una de tus elecciones, la impulsividad como respuesta a la ansiedad, negarnos el derecho a estar equivocados, el miedo a fallar a otras personas (aun tratándose de una decisión personal), o la inflexibilidad que nos hace descartar opciones. Esto ocurre cuando tenemos una visión «en túnel» del asunto en vez de una visión periférica.
¿Cómo tomar decisiones?
Te proponemos 5 sencillos pasos para que tu proceso decisorio sea más fluido y te genere un menor desgaste emocional y cognitivo:
1. Define a qué tipo de decisión te enfrentas. Es importante destacar el hecho de que tomamos decisiones a diario y que unas son más importantes que otras. Por ello, unas necesitan más tiempo y capacidad de análisis.
2. Haz un listado con otras alternativas. Se trata de ser lo más realista posible, pero sin emitir juicios de valor anticipados.
3. Establece cómo vas a evaluar dichas alternativas. Es fundamental tener en cuenta tanto la repercusión de la decisión, como qué emociones predominan y la viabilidad de llevar a cabo el plan alternativo. Aconsejamos valorar las diferentes opciones de 0 al 10 según estos criterios.
4. Identifica las alternativas más relevantes. Es hora de enfocarse en aquellas alternativas con la puntuación más alta. Si necesitas elegir solamente una de ellas, vuelve a puntuar hasta obtener la alternativa con mayor puntuación.
5. Verifica los resultados. Ejecuta el plan de acción y espera un tiempo para percibir el grado de satisfacción. Si este no es bueno, trata de identificar el motivo y repite el proceso.
En definitiva, este miedo a decidir es inherente al ser humano. Es de vital importancia saber que no existe una decisión perfecta o infalible y que, igual que ocurre con otras habilidades, podemos entrenar nuestra capacidad de decisión visitando a un psicólogo especializado en la toma de decisiones. Como resultado, nuestras decisiones estarán cada vez más alineadas con nuestras metas y aspiraciones.